Para ser el mejor guionista de cine posible, tenés que aprender a describir emociones, pero es una de las cosas más difíciles de hacer. Porque las emociones puras, perfectas, no existen. Y en el cine (y sus derivados) buscamos en general que nuestros personajes se parezcan lo más posible a los seres humanos.
A veces se piensa que no hace falta describir una emoción con la que un personaje acciona (ojo, no confundir con “intención”), como si esto fuera únicamente potestad de quien dirija al actor o la actriz que lo interprete. Pero un buen guión debería contener la emoción que queremos.
Las personas somos complejas y nuestros personajes deberían serlo también, así estemos escribiendo una comedia, un melodrama o incluso un documental. Busqué que Max Giggs en Plaga Zombie 3 se enfrentara a este dilema; y que Evo Morales en Seremos Millones también.
Lo que le sucede al personaje de Emma Stone en el epílogo de “La la land” debe ser una guía para todos los y las guionistas que busquemos lograr alguna vez una emoción tan compleja y profunda como lo que vive (y vivimos con ella) en esa imagen.