Las reglas fueron hechas para romperse, esa es una máxima del Género Fantástico. Los griegos lo llamaban hybris. Es la desobediencia a los dioses, y nada bueno puede pasar después de eso. Si todos los personajes escucharan las advertencias, no habría género. Protagonistas rebeldes, sepan que el Fantástico existe por ustedes.
El público tiene que comprender rápidamente las reglas para entrar en la historia y sentir la misma curiosidad y dudas que el protagonista. Violarlas podría desatar lo maligno, pero no hacerlo podría matarnos de curiosidad. Y para que eso suceda, las reglas deben ser pocas y simples.
“Gremlins” es un ejemplo perfecto. La reglas son dos: (1) no los mojes, porque se reproducen; (2) por sobre todas las cosas, nunca les des de comer después de medianoche. Las dos reglas se rompen y nace un clásico magnífico.
Este dispositivo clásico, eternizado por el relato “La pata mono” de W.W. Jacobs (y los Simpson, claro) es de los más divertidos de usar. En “Los que vuelven” lo hicimos, y así comienza la película: lo primero que oímos es la advertencia, y lo primero que vemos es la desobediencia.