Hay historias que precisan de la pluralidad para que se transmita correctamente lo que se busca contar. Si queremos transmitir un mensaje (o como se lo quiera llamar) acerca de la horizontalidad o de la fuerza de lo colectivo, es preciso plantearse si en lugar de un protagonista líder de un grupo, no es mejor un grupo protagonista.

Las historias son, básicamente, el desarrollo de una transformación, y lo habitual es que se trate del cambio de un personaje protagonista. Pero la forma del relato debe estar al servicio del contenido, por eso es conveniente plantearnos un protagonista colectivo si estamos contando la transformación de un grupo de amigos, una familia, etc.

“La sociedad de la nieve” es un gran ejemplo. Plantea un personaje narrador que pareciera ser el protagonista, pero va construyendo un protagonismo colectivo que evoluciona. Es una decisión narrativa contundente y ética, en relación a los valores que la película, como reza su título, viene a iluminar.

En varias películas utilicé el protagonista colectivo, pero fue en “Kapanga Todoterreno” y en “Plaga Zombie 3” que encontré mí manera de encararlo. Ambas películas hablan de la amistad y se hizo necesario no quedarnos con un solo protagonista. La clave estuvo en cómo diseñar la estructura.

En ambos casos, planteamos un primer acto con todos los protagonistas juntos (tres en “Plaga Zombie 3” y seis en “Kapanga Todoterreno”) y un objetivo en común; un segundo acto separados con conflictos diversos que complican el principal; y un tercer acto que los reúne para triunfar juntos.

Es fundamental pensar si la estructura y el diseño de protagonistas que estamos aplicando potencia o no nuestra voluntad y la de nuestra historia. La forma no está al servicio del contenido, estamos creando nada más que una experiencia vacía, y los espectadores lo van a percibir.

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