“(…) lo invisible-hecho-visible: el concepto de que el escenario es un lugar donde puede aparecer lo invisible ha hecho presa en nuestros pensamientos. Todos sabemos que la mayor parte de la vida escapa a nuestros sentidos”.
“(…) lo invisible-hecho-visible: el concepto de que el escenario es un lugar donde puede aparecer lo invisible ha hecho presa en nuestros pensamientos. Todos sabemos que la mayor parte de la vida escapa a nuestros sentidos”.

El espacio vacío de Peter Brook


Lo primero que aparece en la pantalla del software de guion al sentarnos a escribir una escena son descripciones, diálogos y acciones. Con mucha suerte surge alguna intención sugerente de algún personaje. Terminamos nuestra primera versión de la escena y la leemos. No pasa nada. ¿Por qué, si están todos los elementos correctos para que un guion sea escrito? Está lo (en teoría) necesario: se dice y se ve todo. Y ese es el problema, que se vea todo. Si las palabras en la poesía construyen lo que no se dice, la poesía del cine estará en las imágenes que construyen lo que no se ve.

¿Qué significa? ¿No era que el cine es el arte de la imagen? Lo es. La imagen “en movimiento”. Pero no se puede definir un lenguaje por el mero artificio técnico, eso es un medio para algo, no un fin en sí mismo. Con una misma cámara podemos hacer un registro científico, capturar momentos de nuestras vacaciones o realizar una obra artística. Por otro lado, el movimiento de la imagen puede ser tanto que llegue a marearnos y a desconectarnos de lo que nos cuenta. O todo lo contrario: puede ser expresivo narrando la quietud (un movimiento interno sin que la imagen se mueva). 

La imagen, en “la era del lenguaje audiovisual”, ha cobrado una relevancia que poco menos de un siglo atrás todavía era insospechada. Todo es imagen. Sobre todo, imagen en movimiento. ¿Eso quiere decir que todos estamos haciendo cine? 

Ya lo respondieron en sus mentes, ¿no?

¿Cuál es, entonces, la diferencia entre el cine y otras expresiones o comunicaciones audiovisuales?

El teórico Ángel Faretta (ya pasamos por su estación en la entrega anterior) propone tres bases retóricas en su “Concepto del Cine”: Eje verticalprincipio de simetría y fuera de campo. En este video intenté sintetizarlas en un minuto:


El tema que nos reúne hoy es el tercer tópico faretteano: el fuera de campo.El sujeto tácito del cine.

Se define al cine como el arte de provocar emociones a través de lo que muestran imágenes en movimiento. Pero en realidad es más que eso, o mejor dicho: es todo lo contrario. Es provocar emociones con lo que esas imágenes en movimiento NO MUESTRAN, o sea: con lo que nos hacen imaginar. 

Peter Brook definió la puesta en escena teatral (o el hecho teatral en sí mismo), en su libro “El espacio vacío”, como “hacer visible lo invisible”. Lo que no existía hasta ahora, se hace presente por obra de la puesta en escena y la imaginación. Brook habla ahí de teatro, pero podría hacerlo de todas las artes. Ahora, se estarán preguntando, ¿qué tiene que ver esto con el Cine Fantástico? Y, básicamente todo. En esencia, el Cine Fantástico se cimenta sobre la idea de imaginar aquello que no encontramos en nuestra vida cotidiana: lo maravilloso, lo heroico, lo extraterrestre o lo más profundamente siniestro. 

El fuera de campo tiene en su técnica mucho de lo que se conoce como la Escuela de la Gestalt, construyendo lo importante de la escena por afuera del rectángulo de la imagen, pero completando e incluyendo sobre lo que sí se ve. La fragmentación, el ocultamiento, los puntos de vista subjetivos y la apelación a cosas que no están en pantalla, permiten que la imaginación despierte. La narración cinematográfica despierta. Se hacen posibles el suspenso y la sorpresa, se conecta a los espectadores con los personajes y, sobre todas las cosas, la película se convierte en un trampolín para nuestra imaginación. Cuando el fuera de campo se activa, estamos frente a una obra artística. Esto sucede en cualquier género, porque es parte del lenguaje del cine, pero es el Fantástico el que toma el fuera de campo a  modo de base imaginativa, como condición sine qua non. O mejor dicho, le da el lugar protagónico en la narración y en la puesta en escena, lo vedetiza y nos atrapa con él. Sin fuera de campo, no hay Terror, ni Ciencia Ficción, ni Aventuras. Porque los tres géneros fantásticos se dedican a contar lo imaginado fuera de nuestra realidad, nos invitan a pensarla, pero yéndonos de ella.

Lo fantástico aparece todo el tiempo en nuestras vidas. En forma de leyendas, de supersticiones, de religión. Es una parte muy importante, aunque no sea un fragmento que vemos. A veces (si no casi siempre) es la parte más importante. Pasa también con los recuerdos y las ilusiones o los temores del futuro. Todas esas cosas son parte de nuestro fuera de campo. 

Desde los orígenes de la humanidad, al menos desde la aparición de la escritura, se puede dar fe de que nuestra especie flashea con la imaginación de otros mundos, el miedo a lo desconocido y el sentido de la aventura. Y no son otra cosa que los motores para la construcción de todo aquello que no vemos. Por eso, se constituyen como los pilares de los tres géneros fantásticos. Y, pensándolo bien, no estaríamos muy errados si dijéramos que lo fantástico nace con la capacidad de abstracción que caracteriza al homo sapiens sapiens. Así que el Terror, la Ciencia Ficción y las Aventuras, son expresiones de nuestra más profunda humanidad.


Tres películas para pensar “lo que no se ve” en el Cine Fantástico:

CIENCIA FICCIÓN: Predator

Una nave viaja por el Espacio y deja “algo” en la Tierra. Ese algo, intuímos sin temor a equivocarnos, está en la selva en la que ingresan los mercenarios protagonistas. Tampoco nos vamos a equivocar pensando que nada tiene que ver el algo con lo que ellos suponen que van a buscar. Empezamos a confirmar nuestras suposiciones cuando una visión extraña, algo así como infrarroja, observa a los personajes. Es una subjetiva que, además de decirnos que alguien los observa, nos asegura que ese alguien (o algo) no es humano. En un momento veremos, también a través de su propio punto de vista, una de sus manos: tiene garras. Y como si faltara suspenso, nos preguntamos cómo es que los personajes no lo ven, si la subjetiva parece siempre de alguien al descubierto. Pero luego sabremos que tiene la capacidad de la invisibilidad. Lo sabremos antes de que los personajes se pregunten: “¿Qué demonios es eso?”

Nos preguntamos lo mismo. Ellos siguen sin verlo y nosotros vamos aprendiendo más sobre la criatura. Ahora sabemos que ve y oye diferente a los humanos y que puede capturar imágenes como si fueran fotografías. Cuando Dutch y sus hombres supongan que allí hay más que lo que estaban buscando, nosotros ya tendremos suficientes certezas para saber que se trata de algo sobrenatural.

Descubrimos que se camufla con la selva con una capacidad parecida a la del camaleón. Está allí, frente a nuestros ojos, pero no está. Hasta que desactiva su invisibilidad, utilizando tecnología extraterrestre.

Le disparan, pero no encuentran cuerpo, ni sangre, ni nada. Y cuando logran verlo, no saben describirlo. Como sucede en las historias de Lovecraft: el horror es indescriptible. “Se lo llevó la selva”, intenta explicar Ana, la cautiva. La selva es ese personaje inmenso y viviente que alimenta el fuera de campo como ningún otro espacio natural. Pero Dutch supone que Ana sabe algo más y no lo está diciendo. Porque la información que no se dice, pesa más que la que no se dice: está fuera de campo. Ana cuenta una leyenda sobre “El Cazador de Hombres”, y las leyendas (vamos a ver en la película que sigue) son “fueras de campo”. 

Mac le dice “I see you” y el Depredador (lo nombramos porque sabemos el título de la película, si no, no tendríamos forma) le vuela (literalmente) la cabeza. Y allí estará la clave para Dutch, cuando descubra que el Depredador no puede verlo porque está camuflado gracias al barro. Dutch lo va a vencer entrando en el fuera de campo de la criatura.

McTiernan crea una de esas obras maestras que hablan de la guerra sin estar necesariamente en una. Pero lo magistralmente cinematográfico, es que usa un elemento de la guerra, como lo es el camuflaje, para construir la puesta en escena de un relato que viene a discutir cómo y por qué nos enfrentamos a lo que consideramos extraño, a lo que no podemos explicar, a lo que no podemos ver, a lo que está fuera de campo.


TERROR: The Blair Witch Project

Hay un monstruo (una bruja) que no se ve nunca, pero que está presente desde el título. Cuenta la leyenda (las leyendas construyen fueras de campo, disparan nuestra imaginación) que la Bruja de Blair caza niños y se los lleva. Los desaparece: los saca del campo visual, solamente quedan en el recuerdo. ¿Por qué deberían tener miedo los protagonistas si la Bruja no se lleva a jóvenes? He aquí la cuestión. El terror al que el fuera de campo arroja a los personajes (porque lo experimentamos público y personajes aquí), los enloquece y vulnera a tal punto, que los tres van “convirtiéndose” en niños. Heather evidencia toda su inocencia llorando como una niñita, mientras pide perdón por haber llevado a Mike y Josh hasta allí. Y no le pide perdón a cualquiera, ni lo hace en general, le habla a las madres y padres, a los adultos. Heather se ha convertido en una niña, el miedo la ha transformado y ahora está lista para ser cazada por la Bruja.

No hace falta aclarar que The Blair Witch Project es un emblema del subgénero Found Footage. Lo que sí se podría señalar es que todo el despliegue técnico-narrativo que el estilo de cámara hogareña y la evidencia constante de quien está grabando viene a construir, no es un simple efecto, sino el marco escénico para que lo invisible se haga visible: para que todos salgamos convencidos de que la Bruja existe. Para, sin haber visto nada concreto que delate su existencia, el miedo recorra nuestros huesos con su frialdad.

Fui a ver The Blair Witch Project al Showcenter de Haedo con mi amigohermano Gaita cuando se estrenó. Salimos por las puertas de emergencia, como hacíamos habitualmente, que nos llevaban a las calles traseras. Pero ahora era todo distinto a otras veces. Había pasado la medianoche. La puerta de emergencia se cerraba detrás nuestro y ya no podíamos volver a entrar. No se veía nadie en la calle. No se escuchaba ni un ruido. Teníamos entre dieciocho y veinte años, pero nos dimos la mano y encaramos hacia avenida Rivadavia, sin decirnos nada, pero temiendo lo mismo.


AVENTURAS: The Goonies

El grupo de amigos tiene un futuro triste: los van a separar porque su lugar natal será vendido en un mega negocio inmobiliario. El futuro es un fuera de campo que los va a aplastar, como la “Nada” de La Historia Sin Fin (fuera de campos si los hay). Entonces, descubren el mapa de un tesoro. Parece descabellado, incluso para un grupo de niños, pero, ¿y si es cierto? ¿Si el tesoro existe? ¿Si pueden cambiar el destino encontrando ese tesoro?

Se lanzan a la aventura de lo desconocido, como pequeños héroes. Descubren una suerte de nuevo mundo bajo tierra: amplían el campo para habitar el fuera de campo. Los Goonies tienen esa capacidad: develan misterios, haciéndolos visibles. Como sucede con Sloth, a quien los Fratelli han condenado al encierro. Pero, a pesar de causar miedo cuando no lo ven, Chunk va a descubrir su ternura cuando lo conozca de verdad.

Las fronteras con el fuera de campo se irán desplazando a medida que avance la aventura, iluminando que lo aparentemente imaginario es real, hasta que lleguen al barco pirata del Tuerto Willy. Todas las historias que nos contaron estarán allí, para los Goonies y para los espectadores que nos vamos a sentir goonies por el resto de nuestras vidas. Lo maravilloso se presenta como una verdad y se hace parte de la realidad efectiva, concreta: el tesoro les permite pagar al monstruo inmobiliario y permitir la continuidad de Los Goonies.


Pasamos por tres maneras de pensar “lo que no se ve” en los géneros que más y mejor lo expresan. La Ciencia Ficción nos permite pensar nuestro tiempo y nuestro mundo a partir de la construcción de otras posibilidades en nuestra imaginación; el Terror nos transporta a los miedos que no queremos ver, casi de forma terapéutica; las Aventuras nos proponen una salida de la realidad, imaginando experiencias que parecen imposibles pero… ¿Qué pasaría si nos animáramos a un poco de esas aventuras en nuestra vida cotidiana? ¿Qué pasaría si volviéramos a ver el mundo como cuando éramos unos pequeños capaces de imaginar y sorprendernos con cada novedad?

El Fantástico nos permite recuperar la curiosidad de cuando éramos chiquitos y el mundo era todo un fuera de campo. Por eso, escribir películas fantásticas conlleva una gran responsabilidad: la de ser parte de una legión de guardianes de la imaginación de la humanidad.

Todo eso que nos pasa con el Cine Fantástico, diría Peter Brook, es hacer visible lo invisible.


Este texto fue escrito originalmente para la entrega Nro. 03 de mi (anti)newsletter ESCRIBE MONSTRUO ESCRIBE. Si querés recibir de manera random contenidos originales sobre guion de cine fantástico, podés suscribirte cuando quieras.

También podés escuchar ESCRIBE MONSTRUO ESCRIBE – EL PODCAST.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *