Cuando tu idea esté opaca, tu metáfora agotada y tu historia perdida, recordá que hay algo del otro mundo que puede salvarte: el factor fantástico.
Lo que no puede suceder en este mundo, tiene permiso en the other side. Y cuando la historia en este mundo está desordenada, lo maravilloso o lo terrible puede atravesar el portal para despertarnos de este lado. Pero solamente nosotros podemos abrir ese portal; me refiero a quienes estamos contando esa historia. Tiene sus riesgos, no lo vamos a negar, pero cuando sucede, nuestra imaginación se dispara y la del espectador también.
Es la imaginación de lo fantástico lo que nos permite construir nuevas metáforas: un extraterrestre puede iluminar el amor, una nevada mortal puede provocar la lucha colectiva, un secreto puede convertirse en un personaje insoportable, lo demoníaco puede hacer emerger lo humano, la vida puede dimensionarse cuando viene algo o alguien desde la muerte, y así. Lo fantástico puede ser infinito, porque depende de nuestra imaginación.
El ingrediente fuera de lo común, el que no pertenece a nuestro tiempo-espacio, siempre captura la atención del espectador. Puede ser revelado al final de la historia (el clásico ejemplo de Sexto Sentido), puede ser algo que se revela en un momento del relato como giro argumental (Eterno Resplandor de Una Mente Sin Recuerdos) o puede ser algo que está desde el comienzo (E.T.). Todas esas historias han marcado a quien las vio, porque tienen ideas inolvidables.
Además de que los ejemplos que tiré así al voleo son historias narradas de manera impecable, clásicos, se basan en un elemento fantástico que evoluciona durante el relato para culminar en una metáfora que define lo que se está contando. En Sexto Sentido, Bruce Willis intenta ayudar al niño que ve gente muerta y termina descubriendo que él mismo está muerto; en Eterno Resplandor de Una Mente Sin Recuerdos, la máquina de olvidar aparece como solución al dolor de una separación, pero termina colapsando con los sentimientos del protagonista; en E.T., un extraterrestre que necesita volver a su casa trae la posibilidad de la amistad a un niño solitario que está tramitando la separación de sus padres.
Todas las historias se tratan, en el fondo, de emociones humanas. O mejor dicho, de cómo tramitar emociones humanas. Las ideas fantásticas nos brindan formas inusuales de tratar esas emociones, señalando la opción de “otras posibilidades” diferentes a las habituales. Por eso, el Género Fantástico es, como género de la imaginación desatada, el género de la posibilidad. Quienes leemos y vemos historias fantásticas, sabemos que nada es imposible.
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