No.
A no ser que estemos hablando de inhalar, eso sí existe.
Ahora, si se refiere a la veracidad sobre una antena imaginaria que conecta con el campo de las ideas, o a un estímulo esotérico que anima la labor artística, o a un movimiento sobrenatural que indica una comunicación de Dios con criatura humana, no. No existe. O, al menos, es incomprobable.
En términos naftalínicos, debería decirse que la inspiración es un invento burgués, o una excusa de una élite acomodada para no laburar, mantener pendiente a sus mecenas de turno y decirle a todos los de abajo que nadie entra en su castillo de cristal. O las dos cosas.
Quienes nos dedicamos al trabajo artístico, sabemos que nada de eso es real. La única verdad es la concentración. Ese es el hecho más preciado, nuestro verdadero vellocino de oro. Es preciado porque es difícil de hallar: la vida cotidiana con sus celulares, horarios, cuentas por pagar, con toda la humanidad entera conspirando en contra de nuestra concentración. Sin concentración, no hay buenas ideas, y sin buenas ideas no hay buenas obras.
Es posible que aquí, en el Sur, hayamos desarrollado una capacidad sobrenatural de concentrarnos en medio del caos, porque tenemos la necesidad de construir aunque no haya con qué. Construimos en la nada, habitamos esa nada y hacemos posible lo que no era ni siquiera imposible, porque nadie lo había ni imaginado. Para que algo sea imposible, debe ser pensado y evaluado, pero somos capaces incluso de romper esa regla natural.
Pienso, entonces, que nuestro más preciado elemento es esa capacidad de concentrarnos a pesar de todo, así estén tirando con de todo a nuestro alrededor. Será la manera que tenemos de sobrevivir.
Antes pensaba que la idea de que el arte essanador no era más que otro engaño snob para dejar a la mayoría afuera de la posibilidad de crear una obra expresiva. Pero ahora que descubrí que en el Sur tenemos capacidades sobrenaturales, pienso que a lo mejor nos quisieron engañar y se les escapó una verdad, aunque no lo sepan.