Los diálogos son unos de los grandes misterios del guion cinematográfico. Siempre nos dicen que no tienen que ser usados para “contar” la historia, pero de pronto nos ponemos a analizar los diálogos de algún clásico y resulta que tienen escenas de dos personajes hablando con más palabras que imágenes. ¿Tarantino cuenta la historia con diálogos? ¿Woody Allen hace teatro filmado? ¿Mátrix es una fábula con ilustraciones en movimiento?
En las teorías de guion vamos a encontrar diferentes usos y funciones de los diálogos, como caracterizar personajes, evidenciar pensamientos que no pueden ser mostrados, dar entidad al contexto, brindar información que solamente se puede intelectualizar, etc.
Pero hay una idea de diálogo que me parece muy potente y que me gusta pensar que se evidencia tanto en Shakespeare como en Robert Rodríguez. Por un lado, haber estudiado teatro me permitió leer y analizar en grupo obras clásicas, y así pude leer bastante Shakespeare y enterarme de que casi no agregaba didascalias, o sea, que toda la acción estaba contenida en los diálogos.
Por otro lado, ver El Mariachi en pleno despertar al lenguaje cinematográfico me hizo pensar los diálogos como parte de la acción, por la manera en que Rodríguez los filma y edita. Una charla parece una escena de tiros.
Revisando cómo concibo los diálogos, llegué a esas dos situaciones de mis primeros años de formación, y comprendí que me gusta pensarlos como si fueran acciones. O sea, que una palabra tenga la contundencia de un golpe o, mejor dicho, que sea la forma en que se expresa ese golpe.
Lo obvio será plantear que un personaje no dice “adiós” por decirlo, sino que esa es la acción de despedirse. Pero también podríamos pensar que una respuesta esquiva puede estar contando que un personaje oculta algo. Es la acción de ocultar lo que vale allí, más allá de la palabra concreta.
Si uno observa la escena del diálogo de las hamburguesas de Pulp Fiction, va a ver cómo los personajes están siendo caracterizados, pero al hablar del foot massage se está construyendo una advertencia. Todo eso se convierte en acciones que sostienen y tiran para adelante la trama, no están “contando la historia” sino siendo un engranaje de ese relato.
Woody Allen presenta personajes escupiendo diálogos que modifican al interlocutor, empujando el drama como si fuera una pelea de Rocky. Las palabras modifican lo que sucede, porque son acciones. Y las acciones son movimientos que producen cambios.
En Matrix toda esa información que Morfeo expone es parte del entrenamiento de Neo. Valen esos datos como si fueran secuencias de abdominales o como Luke Skywalker aprendiendo a utilizar el sable láser.
Si en la poesía es la palabra lo que cuenta, en el cine es la acción. Por eso es que los diálogos deben ser considerados acciones y no ser valorados por lo que las palabras significan fuera del contexto de la acción que los contienen.
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