Si.
En realidad la pregunta debería ser: ¿Cómo se escriben los documentales?
Y ahí ya entramos en terrenos, más que inexplorados, tan explorados de tantas maneras… que se pone interesante.
Partamos de la base de que los documentales objetivos no existen. Hay una especie de falsa idea de que el género documental es un retrato de la realidad.
A ver, no. No es falso eso. Lo que es falso es que haya una sola realidad. O sea, los documentales sí son un retrato de la realidad, pero de la realidad que ve quien la retrata. O sea, es subjetivo.
¿Y eso pasa en cualquier tipo de documental?
Si. En documentales policiales, en documentales políticos, en documentales de rock (o rockumentales), históricos, biográficos, sobre escenas artísticas, sobre escenas cotidianas, etc. En el documental que imaginen.
Lo importante a pensar acá es que el documental como se lo conoce o piensa, en realidad no existe. “Lo documental” no es más que una convención. ¿Por qué? Porque todo es ficción. El documental no difiere en ese sentido del cine de terror, ciencia ficción, aventuras, comedia romántica o melodrama. No es que las historias de los documentales sean inventadas (o si, o en parte, un poco, mucho; lo que sea), sino que tenga el porcentaje de “verdad” que tenga un documental, siempre se trata de un recorte de esa realidad, una mirada de alguien. O sea, una historia que toma de la realidad para contar algo que se pretende contar, no un retrato de lo que pasa. Lo que pasa sería objetivo, y la objetividad la dejamos para Dios… en caso de que crean en él. No hacemos religión, hacemos cine. O sí, hacemos religión, pero la filmamos. No es mi intención acá decir que las religiones se basan en textos de ficción. O si. O todo lo contrario.
El género documental es un género hermoso que pone en conflicto la noción de la realidad y hace participar a los espectadores en ese proceso. Es instigador de opiniones, discusiones, dudas, desconfianzas; pero también de emociones alegres, excitadas e irrefrenables. Todo eso pasa en funciones de documentales, puedo asegurarlo.
Y si, todo ese proceso también se escribe.
Los documentales se guionan en tres etapas, por lo menos. Primero una investigación, un plan o escaleta que presente el relato, entrevistas o no, escenas o no. Esta etapa puede ser nada más que la investigación. O simplemente un disparador para agarrar la cámara y salir a buscar. Depende de si es un documental de lo llamado cine directo o si es algo más ordenado con personajes e historias definidas de antemano.
La segunda etapa es la del rodaje. Puede durar una noche, años o una vida. Siempre cambia todo en el rodaje. Uno sale a capturar algo y se encuentra con otra cosa, otras escenas, otros personajes, otras ideas, incluso se da cuenta de que lo que quería contar no existe. Lo que se quería decir es ahora distinto. Y lo que realmente sucede, es que el documental nos transforma.
La tercera etapa del guionado de un documental es en la isla de edición. Acá nos encontramos con lo que se hizo: la única verdad es la realidad. Y entonces definimos lo que vamos a contar. Es en esta etapa cuando, muchas veces, nos enteramos de cuál es la película que estamos haciendo. La estamos descubriendo hasta el último momento. Por más guionada que haya estado desde el principio, por más que las entrevistas hayan sido pactadas con los entrevistados, siempre hay una revelación durante el montaje.
El documental no es un género para realizadores empecinados en no modificar una coma de su idea original. Al contrario. Es preciso adaptarse, saber que uno está escribiendo de manera dinámica, sin poner nunca un punto final, hasta que llegue la fecha de estreno.
Entonces, ¿cómo se escribe un documental?
Con libertad y voluntad de descubrirse uno mismo en un relato inesperado.
Paulo sería muy interesante un podcast sobre está temática. Saludos
¡Me gusta el desafío! ¡Saludos!